miércoles, 10 de diciembre de 2008

MADRES LESBIANAS : OTRO TIPO DE FAMILIA




Pensar que las familias tradicionales --integradas por papá, mamá y hermanos-- garantizan estabilidad emocional y preservan las “buenas conductas”, es negar, de cara al nuevo milenio, que existen nuevas relaciones familiares que están rompiendo esquemas y tabúes sobre las relaciones afectivas.


Hoy sabemos de familias conformadas por parejas homosexuales o lesbianas, quienes conviven con sus hijos --sean éstos de relaciones heterosexuales anteriores o bien de inseminaciones artificiales-- y que representan una alternativa de vida con amor, cariño y respeto.
Sin embargo, para las familias tradicionales o para los conservadores, los otros tipos de familia significan el fin de los “valores morales”, pero al mismo tiempo son el flanco perfecto para discriminar, estigmatizar e incluso, agredir.

Por ello las madres lesbianas tienen una doble responsabilidad, pues no sólo tienen que cuidar el crecimiento y desarrollo de sus hijos e hijas sino además tienen que hablar con ellos sobre la sexualidad a fin de que entiendan y respeten sus preferencias sexuales.

“No es fácil autoaceptarse lesbiana y menos asumirlo frente a la familia y los hijos, pero se puede hacer y, después disfrutar plenamente una relación afectiva distinta a las heterosexuales”.
Tras afirmar lo anterior, Susana, de 30 años, quien tuvo una hija con un hombre que desapareció de su vida, dice que su actual relación afectiva con Paty le dio el valor para hablar con su niña de apenas 10 años y asumir su preferencia sexual con sus familiares.

A decir de Susana el proceso de autoaceptación y reintegración familiar fue corto, pues su hija ya había establecido una relación afectiva fuerte con Paty, por lo que la aceptación fue relativamente fácil. Un día de paseo, como regularmente lo hacían las tres, hablaron de la sexualidad y de los otros tipos de familias, lo que hizo menos difícil explicar su relación amorosa.

La doble moral que se ejerce en las sociedades modernas es una actitud que debe terminar así como la discriminación, lesbofobia y homofobia, ya que son acciones en perjuicio de los derechos humanos de las personas “que no escogieron tener preferencia sexual diferente, sino que su naturaleza decidió asumirla”.

Pero no todo es color de rosa. Aimé Sánchez, de 35 años, pasó dos años convenciendo a Rosa, su pareja, de tener un hijo por inseminación artificial. Luego batalló para encontrar un hospital o médico que le practicara esa técnica de reproducción asistida.

Aimé señala que en los hospitales públicos de salud la inseminación artificial es imposible, pues someten a las pacientes a exámenes médicos y psicológicos innecesarios, a fin de que las interesadas en la reproducción asistida decidan interrumpir ese proceso.

Por ello Aimé buscó un hospital privado, donde además de costoso es tardado, pero eso sí, efectivo. Hace poco más de tres años Aimé invirtió cerca de 20 mil pesos para embarazarse, pues cada inseminación, que era sólo un intento, costaba alrededor de dos mil 500 pesos, con gastos de preparación.

Para Aimé el gasto que realizó no tiene importancia, luego de que su hijo, de tres años, crece sano y rodeado de cuidados y amor por parte de Rosa.

INJUSTICIA PARA LAS MUJERES

Si bien es cierto que las leyes no sólo en México, sino en América Latina castigan más a las mujeres, por la cultura machista y la iniquidad entre hombres y mujeres, pelear la patria potestad de los hijos en un mundo lleno de prejuicios es casi prepararse para perderla.
Eso fue la experiencia de Angélica Martínez, quien se separó de su esposo, luego de mantener una relación lésbica, dice que el padre de su hijo argumentó frente al juez que ella “practicaba malas costumbres y actitudes deshonestas”, por ser lesbiana. Argumento que valió para que el juez le negara a ella la custodia de su hijo.
Martínez señala que ser lesbiana no es una mala costumbre sino, por el contrario, es más sano compartir la vida con Verónica, su pareja, quien la ama y respeta, a someterse a insultos y maltratos de una persona heterosexual.

EDUCACION SIN PREJUICIOS

Otro de los problemas que enfrentan las madres lesbianas es la educación sexual de sus hijos, y contrario a lo que se piensa de que las familias tradicionales educan a sus hijos con preferencias sexuales normales, la realidad es otra, pues la mayoría de las lesbianas y homosexuales vienen de padres heterosexuales.
Por ello, Rosa María Ortiz, integrante del Grupo de Madres Lesbianas (Grumale), indica que las preferencias sexuales se asumen por naturaleza y no por repetir conductas de otros.
Por tanto, asegura que los hijos que viven con sus madres o padres, lesbianas u homosexuales, respectivamente, crecen sin prejuicios sobre los roles sociales predeterminados, son más libres de elegir lo que desean y asumen su sexualidad no sólo con responsabilidad, sino con libertad.
Finalmente, las mujeres lesbianas tienen derecho a ser madres y vivir una vida plena con sus hijos y su pareja del mismo sexo.

1 comentario:

Claudia dijo...

Soy Lesbiana por convicción, no porque un tipo me la jugara mal o me hiciera daño alguno. Amo a las mujeres y lo seguiré haciendo. Me hice lebiana a los 12 años, y me siento muy feliz de cerlo. Las mujeres somo muy hermosas y nuestro amor es muy hermoso.